jueves, 1 de octubre de 2015
Bryan había pasado en el instituto por un periodo de escepticismo. (Según un relato, sin duda algo más que ligeramente embellecido, escribió a Robert G. Ingersoll solicitando pertrechos pero, al recibir sólo una pronta respuesta de su secretario, volvió inmediatamente a la ortodoxia.) Aún así, aunque Bryan nunca apoyó la evolución, no situó su oposición a la misma en las primeras prioridades de su agenda; en realidad, demostró generosidad y pluralismo evidentes hacia Darwin. En “El Príncipe de la Paz”, un discurso que, en lo que respecta a popularidad y frecuencia de repetición, sólo le va a la zaga a “Cruz de Oro”, Bryan dijo:
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